En muchos sentidos, creo que siempre he ido a contracorriente. Para empezar, mi formación es multidisciplinar y abarca no sólo la decoración de interiores y la dirección de obra, sino también la fotografía artística, un máster en técnicas de iluminación y estudios de diseño industrial. No es algo casual, responde al convencimiento de que un buen trabajo debe integrar belleza, funcionalidad y la tecnología necesaria para generar espacios armónicos, de combinar distintos elementos que ayuden al cliente a simplificar la compleja tarea de abordar un proyecto de cambio en su entorno.
Un nuevo entorno que requiere de un proceso de investigación previo con el fin de incorporar aspectos como la sostenibilidad o la tecnología inteligente, que ayuden a desarrollar una relación inclusiva con el medio.
Me gusta que los proyectos fluyan, que se disfrute con el proceso de creación. Considero que sea cual sea el encargo, es imprescindible ir de la mano del cliente, escucharle y dar forma y sentido a lo que muchas veces les cuesta expresar con palabras. Porque para que un trabajo perdure en el tiempo, es necesario creer en él, haberlo soñado.
Mi filosofía es tomarme cada proyecto como un reto y tener claro que mis conocimientos y experiencia deben servir para darle a la obra el mejor envoltorio que el cliente pueda imaginar.
En definitiva, descubrirles cómo convertir un espacio en SU ESPACIO, ese en el que trabajar o vivir tal y como siempre soñaron.